jueves, 11 de marzo de 2010

Piratas y fraudes, lo que hay que ver en la religión

Otras formas de pirataje superan nuestra imaginación como es el religioso

Para cualquier gusto, rosarios similiares y más baratos, folletos EVC robados y revendidos, limosnas para una “ayuda”


(Guillermo Gazanini, 09 03 2010) Pirata es el adjetivo para decir que una cosa pasa por original… “producto clon”, una copia fiel de un original que, por su precio, no puede ser conseguido por la mayoría. Por un bajo costo, el usuario tiene un artículo similar que pretende competir con las marcas que despiertan la envidia de quienes no las pueden poseer.

Otras formas de pirataje superan nuestra imaginación como es el religioso. Los trámites, en ocasiones engorrosos, y los impedimentos morales o burocráticos han hecho que los católicos recurran a sacerdotes impedidos del ejercicio de su ministerio, clérigos irregulares, seminaristas truncos, religiosos o religiosas expulsadas de sus conventos o laicos con cierta formación, para la celebración de sacramentos y eventos que, a capricho y gusto de los solicitantes, son realizados por estos pseudoministros: un bautismo en una hacienda que rememora el esplendor porfiriano, una primera comunión privada en un rancho con lagos y especies exóticas, una confirmación en un salón al estilo Palacio de Versalles…

Otras formas de pirataje superan nuestra imaginación como es el religioso

El más común es el de las parejas divorciadas que quieren casarse por la Iglesia, contratando a los padrecitos retirados por motivos celibatarios, a los seminaristas y pseudocuras itinerantes que, arropados en sus antiguos hábitos y clergyman, van puerta por puerta ofreciendo la carta de servicios religiosos prohibidos por la mayoría de las diócesis de la República mexicana.

Este bloguero y acompañante fueron testigos de un singular acto de pirataje religioso en el lugar menos imaginado para que pudiera pasar: en una celebración eucarística en la Basílica de Guadalupe, el más importante de América Latina. Al comenzar la lectura del Antiguo Testamento, escuchando el relato de la voz de Dios hablando a Moisés desde la zarza ardiente, de repente, aparece una señora vestida a la usanza de las religiosas pero sin velo: traje sastre azul marino, corte de cabello arreglado, presentable, a primera vista una consagrada de las que abundan en el área de La Villa de Guadalupe. Pasaba frente a los feligreses, se plantaba ante ellos y, extendiendo una “minitienda” de artículos devocionales, rosarios corrientes de plástico y folletos EVC que seguramente eran robados y montado en una de esas canastas para recoger la colecta, pedía alguna moneda a los sorprendidos parroquianos: “Su ayuda por favor…”
Cuando pasó ante nosotros, inmediatamente le dimos las gracias sin aportar y así, sin mayor empacho, siguió por la fila, con la misma frase… desde luego, más de uno sacó sus recursos para depositarlos en esa minitienda-canasto.

Para cualquier gusto, rosarios similiares y más baratos, folletos EVC robados y revendidos, limosnas para una “ayuda”

Le dije a mi acompañante, “esa mujer anda taloneando”; era claro para nosotros que no era personal de la Basílica ni tenía la autoridad pedir donativos. Mientras ejecutaba su labor hábilmente, trabajadores de intendencia efectuaban sus quehaceres percatándose de la actividad de la dama limosnera. Pregunté a una de ellas: “Oiga, ¿esa señora es de la Basílica?” Inmediatamente me dijeron que no y les repliqué, “Porque anda pidiendo dinero y vendiendo folletitos y rosarios”.

La trabajadora nos dejó el implemento de su labor mientras corría hacia el guardia que, se supone, garantiza la seguridad del recinto. Dos, tres palabras, el guardia estiró la cabeza, dio dos o tres miradas hacia la zona donde estaba la pseudorreligiosa y nada más. Después volvía a nuestro lugar la trabajadora y le pregunté: “¿Qué van a hacer?” Y ella se limitó a decirme que seguramente ya había sido detectada por satélite… ¿Qué es eso? Las cámaras de seguridad a nivel del techo del santuario y nada más. Mientras todo esto ocurría, dos chiquillas fueron tras la piadosa “monjita” para conseguir rosarios de plástico, entregándole algún billete por ellos. Y, demasiado tarde, sólo en el momento de la comunión otro guardia se movilizó, pero no localizó a la “religiosa”… Nadie se inmutó, nadie hizo nada más, ni las personas que al darse cuenta del movimiento, fueron víctimas de un engaño. En el corazón de la devoción mariana se dan estos fraudes y actos de pirataje.

Para cualquier gusto, rosarios similiares y más baratos, folletos EVC robados y revendidos, limosnas para una “ayuda”. Quien conozca la Basílica de Guadalupe, la “Domus Aurea” habrá sabido de las víctimas de estos defraudadores que actúan en nombre de la fe. Desde los que “bendicen” con las estampitas sacando dinero bajo amenaza hasta los que, aparentando ser religiosos, van trasquilando la lana de las ovejas. Y han hecho un modus vivendi cómodo, aprovechándose de la buena fe y la religiosidad de la gente que cree que todo el que viste sotana es cura… y engañando la buena voluntad van timando bajo el amparo de la imagen de la guadalupana… Sub tuum praesidium, Santa Dei Genitrix… buenos y malos, para todos sale el sol, de algo hay que vivir.



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